De melodía más bien seca, Hay que llegar a las casas despliega su lirismo enimágenes inspiradísimas y austeras. Es una novela hecha de detalles: los silencioslargos y las conversaciones cortas de cuatro varones —tres viejos que no se fueronnunca y un joven que acaba de volver al pueblo después de años. Sus mates, susborracheras y, otra vez, sus silencios. Y los ruidos: los de la charla amenazante delcomisario, los del río a la noche, los del hermano muerto en la casa de al lado, los delos tiros que anuncian nuevas muertes, los de la memoria que recuerda otras.El ruido del misterio en un pueblo en el que nadie habla de lo que hay que hablar, odicen poco, y eso cuando los personajes vienen y van al almacén a rellenar ladamajuana.En esta hermosa novela de Ezequiel Pérez, el terror y el suspenso crecen a la veradel río y de los silencios, como si una trama de Saer hubiera sido intervenida porStephen King.” Gabriela Cabezón Cámara
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