Consolar al triste, quinta de las obras de misericordia espirituales, ha de partir, ante todo, del amor, y debe hacerse desde la sintonía cordial con el que sufre.El consuelo llega a partir de una experiencia de Dios que reclama abandonarse en Él; no es ausencia de dolor, sino capacidad para superarlo sin derrumbarse.Los humanos somos una comunidad de heridos. Las heridas de Jesús "nos han curado". También nosotros podemos curar a otros a pesar de nuestras heridas siempre que las sobrellevemos con la paz del corazón, con espíritu de perdón y con esperanza.CV AutorJuan María Uriarte Goiricelaya, nacido en Fruniz (España) en 1933, se formó en el Seminario Diocesano de Bilbao, del que fue posteriormente Director espiritual y Rector. Realizó estudios de Teología en Comillas y de Psicología en Lovaina (Bélgica). En 1976 fue nombrado obispo. Durante su ministerio, en distintas diócesis de España, se destacó especialmente por la promoción de la participación de los laicos y el fomento del diálogo por la pa. En la actualidad es emérito y se dedica a dar ejercicios espirituales y conferencias, preferentemente, sobre temáticas entorno a la salud psico-espiritual de los sacerdotes.Cantidad de páginas: 64Medidas: 11x17 cm
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